Los niños no son adultos en miniatura, ni a nivel físico, ni a nivel psicológico, ni a nivel moral. Aún no son responsables de sus propias decisiones y no son capaces de analizar y considerar las consecuencias de sus acciones. Por ello, la responsabilidad de lo que les enseñamos y de lo que ellos vayan a hacer con aquello que les enseñamos, es únicamente nuestra, de los adultos responsables.
No podemos esperar que tan solo enseñándoles técnicas de defensa personal, ellos sabrán en qué momento y situación será más apropiado utilizarlas, ya que no será así. Es nuestra responsabilidad enseñarles también cuándo, cómo y por qué utilizarlas.
Todo trabajo con niños conlleva necesariamente un aspecto educativo, ya que todo lo que les mostremos ellos lo van a incorporar a su forma de actuar, todo lo que los profesores hagamos o digamos supondrá un ejemplo a seguir y esta es la primera reflexión que debemos hacer antes de trabajar con niños.
Nuestra misión es contribuir a la formación de niños y jóvenes responsables y equilibrados, capaces de prevenir situaciones de riesgo y evitar el peligro; que sepan protegerse a sí mismos y que, en caso de necesidad de defenderse de forma legítima, sean capaces de mantener su integridad física y la de aquellos que les rodean.